El Fondo de Becas Stanley y Georgene Pasarell ha otorgado más de $500,000 en becas a estudiantes universitarios de ambos pueblos de la isla.
Por Libni Sanjurjo / Oficial de Comunicaciones FCPR
La educación es la ruta hacia el desarrollo propio y comunitario.
Esa convicción dirigió los deseos filantrópicos que llevaron al matrimonio de Stanley & Georgene Pasarell a establecer en la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) un fondo permanente de becas destinado a apoyar las metas académicas de universitarios talentosos y de escasos recursos económicos, procedentes de los pueblos de Isabela y Quebradillas, donde comienza su historia familiar y donde desarrollaron sus empresas y compromisos de vida.
“En nuestra casa siempre hemos compartido los frutos que nos ha brindado nuestro trabajo. Y deseábamos facilitar el acceso a la educación porque esta provee herramientas para un mejoramiento propio y de la comunidad. Creemos mucho en la educación porque todos en la comunidad se benefician”, destaca Stanley Pasarell, fundador de Royal Isabela Golf Resort in Puerto Rico.
Y cuando en el 2006 Stanley y su esposa Georgene llegaron a la Fundación – recuerda Mary Ann Gabino, vicepresidenta senior de la FCPR – expusieron que deseaban “enviar a la mayor cantidad de personas posible a la universidad, pero tenían que ser de Isabela y Quebradillas. En ese momento pusimos el plan en marcha; el fondo se llamaría: Fondo de Becas Stanley & Georgene Pasarell”.
Desde 2008, 58 isabelinos, isabelinas, quebradillanos y quebradillanas se han beneficiado del Fondo de Becas Stanley & Georgene Pasarell, y más de 40 se han graduado, logrando continuar su desarrollo dentro y fuera de la isla. El fondo ha otorgado un total de 176 becas, equivalente a una inversión filantrópica de $547,261. Es el segundo fondo millonario que se establece en la FCPR, precedido por el Fondo del Dr. Mario Juliá y María Luisa Saldaña de Juliá.
El enfoque del fondo va dirigido a ofrecer apoyo económico suplementario a individuos procedentes de ambos pueblos, que cursan estudios universitarios en cualquier disciplina, ya sea a nivel subgraduado o graduado. Además, que demuestran necesidad económica, aprovechamiento académico satisfactorio, liderazgo e interés en el desarrollo comunitario de Puerto Rico como Mónica López Martínez, una joven estudiante de ingeniería química que pudo tener acceso a la beca durante varios años. “He sido bendecida… He logrado muchas cosas gracias a ellos”, destacó Mónica durante la entrega de su última beca en el 2019.
La familia decidió contar con el apoyo de la FCPR porque “tenía la credibilidad, experiencia, contactos y recursos para ejecutar de manera efectiva nuestros deseos”, recuerda Stanley. Desde entonces, la FCPR ha logrado continuar “salvaguardando y administrando los fondos para otorgar becas a estudiantes meritorios”.
Una de las memorias que más atesora ocurrió hace varios años cuando celebraron un campamento de verano para niños y niñas con autismo a través del El Pastillo Conservation Trust. Lo recuerda con mucha emoción y satisfacción porque “muchos de los voluntarios (que colaboraron con la actividad) fueron estudiantes becados”.
Para Stanley, la filantropía ha sido una de las mayores satisfacciones de su vida. “La filantropía es un privilegio. Ayudar al necesitado otorga más satisfacción al que dona que al que recibe”, afirma.
Este es el tercer artículo de la serie Historias de filantropía, sobre los fondos establecidos, custodiados y administrados en la Fundación Comunitaria de Puerto Rico, con motivo de su trigésimo quinto aniversario.