La conmemoración del día de la raza, ayer 12 de octubre, suele mirarse dentro de un contexto de romanticismo colonial. Pocos tomamos el tiempo para mirarlo como un hecho anómalo que merece una atención crítica y una conversación profunda, que conduzca hacia un rechazo contundente, desde una perspectiva antirracista, y mueva las fibras conducentes hacia la equidad racial. 

Este día, en el que se conmemora el encuentro de dos mundo, cuando en el año 1492 Cristóbal Colón llegó a América, ha sido históricamente reconocido en muchos países de América Latina como una fecha de celebración. Esta celebración se ha basado en una narrativa eurocéntrica y colonizadora que ignora las brutalidades ejecutadas en el proceso de conquista y colonización que tuvieron un impacto transgeneracional, muy profundo, doloroso y perjudicial, en las poblaciones indígenas y africanas en las Américas.

Invitamos a una reflexión sobre el acontecer de los hechos, en el que se destaca la llegada de Cristóbal Colón a las Américas, financiada por la Corona española, con el abal y la bendición de el Vaticano. Esto no se dio como una confraternización amigable entre dos culturas, sino como un conflicto entre civilizaciones, que tuvo graves consecuencias para quienes poblaban este hemisferio. Entiéndase las poblaciones indígenas y las poblaciones africanas que subsiguientemente llegaron como parte de la trata humana de personas esclavisadas, que a su vez fomentó la monetización de los cuerpos esclavizados para la Corona española hasta mediados del Siglo XIX. La conquista y colonización europea de las Américas resultó en la explotación, la opresión, la violencia y el racismo sistemático contra los pueblos originarios y las personas afrodescendientes.

Entonces, esta celebración contribuye a invisibilizar las culturas indígenas y afrodescendientes, que han sufrido la marginalización y la discriminación a lo largo de la historia eurocéntrica y colonial. Las culturas indígenas y africanas poseen una riqueza cultural inmensa y un conocimiento ancestral que ha sido subestimados durante mucho tiempo. Estas culturas tienen historias milenarias, tradiciones únicas, sistemas de conocimientos científicos sobre la naturaleza y el cosmos, así como una profunda conexión con la tierra y el entorno natural. Resaltar estas culturas significa reconocer y celebrar esta riqueza cultural y es imperativo para vivir en una sociedad más justa y equitativa.

Para avanzar como sociedad, es imprescindible que hagamos una pausa, que reflexionemos y tomemos acción para impulsar y fortalecer procesos de reconciliación reparatorios y encaminar la erradicación del racismo sistémico. Debemos asumir el perdón y los esfuerzos de reparación como un hecho de derechos humanos, justicia histórica y social que merece una atención prioritaria en la actualidad, por todos los gobiernos. Mucho se ha documentado sobre esas reparaciones, nos permitimos aclarar que estas no solo implican una compensación económica, sino también un reconocimiento oficial de los daños infligidos y un compromiso real con la equidad y la igualdad de oportunidades para todas las personas.

Invitamos a que, desde la plataforma en la que se encuentren – familiar, laboral, comunitaria y/o social – se unan a un frente para detener toda manifestación de racismo existente; y que sean aliados activos de este movimiento, que busca  la justicia y la igualdad para todas las personas, independientemente de su origen racial o étnico, para que tengan la oportunidad de prosperar y vivir con dignidad.

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