Participan del proyecto Jóvenes en la Construcción de Loíza. Esta es una iniciativa de Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) y PathStone Corporation Puerto Rico, enfocada en proveer a sus participantes el diploma de cuarto año de Escuela Superior, certificación en construcción, estipendio, participación en la reconstrucción de hogares loiceños y ubicación en un empleo.
Por Libni Sanjurjo / Oficial de Comunicaciones, FCPR
Una grata sorpresa…
Esa fue la emoción que Brenda Soto, directora de Control de Calidad de PathStone Corporation Puerto Rico, experimentó mientras leía nombres de mujeres en las solicitudes de admisión al proyecto Jóvenes en la Construcción de Loíza.
“Me sorprendí mucho. Dije: ‘Wow! ¡Esto es grandioso!’ Es poco común encontrar mujeres interesadas en áreas no tradicionales para ellas”, comenta Brenda. “Demuestra que las mujeres son capaces de realizar tareas no tradicionales”, añade.
El proyecto Jóvenes en la Construcción de Loíza acogió a 11 hombres y seis mujeres. La iniciativa no solo provee la oportunidad de obtener una certificación en construcción, sino también el diploma de Escuela Superior para quienes no lo tengan, practicar en seis residencias de las comunidades loiceñas y recibir un estipendio. Además, facilita la inserción de los y las 17 participantes en el mercado laboral, una vez culminen el adiestramiento, ya que actualmente en la isla existe una alta demanda de mano de obra en este sector. El proyecto ha sido posible gracias a una inversión filantrópica de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR), otorgada a PathStone Corporation Puerto Rico.
Tres de las seis participantes coinciden en que son personas trabajadoras y abiertas a nuevas alternativas de empleo. “Son bien fajonas”, apunta Brenda sobre el desempeño de estas en las labores de reconstrucción.
NACHA RAMOS: “Al no tener cuarto año, no me daban trabajo…”
Una de las jóvenes que le dijo sí al proyecto, fue Nacha M. Ramos Cruz. Su principal motivación: obtener el diploma de Escuela Superior.
La joven de 26 años no había podido terminar su cuarto año porque quedó embarazada. Intentó terminarlo, pero no pudo durante los primeros años de vida de sus dos hijos varones. Eso le dificultaba encontrar empleo, ya que la mayoría de los empleadores lo solicitan. Aun así, buscaba la manera de generar ingresos a través de la venta por catálogo o tareas de mantenimiento. “Al no tener cuarto año, no me daban trabajo… Y mi vecina me decía: ‘Tienes que echar pa’lante. Coge el cuarto año. Y así te haces de tus cosas, tu trabajo y no tienes que esperar por nadie’”. Por eso, la oportunidad de solicitar en Jóvenes en la Construcción de Loíza le permitía abordar la meta académica y laborar, sin necesidad de salir de su pueblo Loíza.
Sin embargo, el componente de construcción del proyecto, la hizo dudar. Nacha nunca había trabajado en algo relacionado con ese sector laborar. “Al principio decía: ‘¿Yo en construcción? ¿Cómo me vería ahí? ¿Cómo voy a hacer eso? Pero ahora, que ya sé, me gusta, y hasta es divertido”, comparte la residente de Tocones, Loíza.
Hasta ahora, el mayor reto ha sido el uso de las máquinas como el chipping hammer y la sierra.
“Jamás pensé que iba a poder con las tareas de construcción, pero lo pude hacer. Y yo puedo hacer eso y mucho más, todo lo que me proponga y en lo que me enfoque. Lo que quiera hacer sé que lo voy a lograr”, afirma. Por eso, se está animando a convertir en realidad un sueño: estudiar repostería. “Nunca he tenido una carrera…”, destaca.
Y si mientras tanto aparece una oportunidad en la construcción, ya sabe que le puede decir que sí. “Le meto mano”, asegura.
ZAIMARA AYALA: “Esto me ha demostrado que querer es poder”
De igual forma, Zaimara Ayala San Miguel ingresó al proyecto para obtener su diploma de Escuela Superior. Hace varios años, la joven de 31 años había logrado completar las clases que le permitirían completar su cuarto año, así como obtener un grado en enfermería práctica con flebotomía.
Sin embargo, Zaimara nunca logró acceso a ambos diplomas porque no había pagado la totalidad de los estudios al momento en que la institución educativa en la que estudió, cerró operaciones en la isla. Nunca pudo obtenerlos, dice. Aun así, logró trabajar en diferentes lugares, hasta que se encontró con la alternativa del proyecto en Loíza.
“Me animé porque dije: ‘Esta es mi oportunidad, ya que aquellos planes se fueron al piso. Ahora puedo lograr lo que quiero’”, comenta. Y aunque se le ha hecho “un poco duro” persistir en su meta de conseguir el cuarto año, lo está logrando.
De la mano le llegaba la oportunidad de la construcción, algo en lo que nunca había trabajado, aunque sí había empañetado -recuerda- parte del balcón de su casa. Lo más difícil ha sido virar cemento. “Ha sido difícil, pero lo he logrado”, indica. En la casa que está trabajando, ha pintado, lijado, anivelado paredes y trabajado con la masilla. Al finalizar, siente satisfacción por la labor realizada, porque las casas del proyecto estaban “bastante deterioradas… Le estamos cubriendo una necesidad que no le habían cubierto”, señala la residente de Piñones, Loíza.
¿Qué le dirías a los jóvenes que están en una posición similar a la que estabas antes de las clases de construcción?
ZAIMARA Que se motiven. Que luchen por sus sueños. Que se den la oportunidad de experimentar otro reto. Esto me ha demostrado que querer es poder, que antes no tenía la oportunidad que tengo ahora.
GLENDA AYALA: “El trabajo duro me gusta”
Contrario a Zaimara y Nacha, Glenda L. Ayala Cirino, de 45 años, ya contaba con su diploma de Escuela Superior. Pero al momento de conocer del proyecto estaba desempleada. La oportunidad le llegó en buen momento porque estaba enfrentando la pérdida de su hijo, de 21 años.
La alternativa era atractiva: no solo aprendería una nueva destreza, que le abriría las puertas a nuevas oportunidades, sino que despejaría la mente… Hasta entonces, la mujer no había trabajado en el sector de la construcción. Pero ahora, le encanta. “Cada vez que llegó al proyecto, llego contenta. ‘¡Aquí llegó la ingeniera!’”, comenta entre risas. “Duermo con el casco y me despierto con el casco”, agrega.
La residente de Tocones, en Loíza, solía trabajar en tareas de mantenimiento.
“El trabajo duro me gusta. Yo cojo el chipping hammer… Yo no me quedó sentá. Yo me muevo. Cojo la pala, y si hay que recorrer las piedras, las recojo, y vamos pa’lante. Si hay empleo, vamos pa’lante. Y ya mismo hago en mi casa en na’”, dice Glenda, quien actualmente reside en un residencial.
Jóvenes en la Construcción de Loíza forma parte de una estrategia amplia de justicia racial y social que la FCPR desarrolla desde 2015 para contribuir al bienestar integral de niños, niñas, jóvenes y familias de este pueblo. Para este proyecto, la FCPR contó con aportaciones de W.K. Kellogg Foundation. En particular, el proyecto fortalece el capital financiero, humano y físico de los participantes, fortaleciendo así el capital comunitario de Loíza. La iniciativa cuenta con la colaboración de Taller Salud, Ferretería Pagán, Municipio de Loíza y Vitrina Solidaria.
Este es el tercero de una serie de artículos sobre el proyecto Jóvenes en la Construcción de Loíza.